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El descanso infantil... (T. Inv)


El sueño, ¿es una función vital olvidada por nuestra sociedad? ¿O acaso nunca se le ha dado un lugar adecuado para los seres vivos, especialmente en la de los seres humanos?
Las últimas cuatro décadas de este siglo han demostrdo, en el ámbito de las investigaciones médicas, cuan importante es atender a lo que ocurre durante las horas que permanecemos en este particular estado llamado sueño.
Probablemente, las exigencias de nuestro tiempo hayan contribuido para que nos detengamos a estudiar que sucede con nuestra salud, nuestra conducta en relación al tiempo que dedicamos a dormir.
¿Porqué, durmiendo toda la noche, hay personas que despiertan como si hubieran trabajado o no hubieran dormido lo necesario? ¿Cuál es la razón por la que tanta gente en el mundo no puede dormirse o se despierta varias veces a la noche? ¿Qué importancia puede traer esto en la vida?
Estos interrogatorios afectan tanto a los adultos como a los niños de nuestros tiempos en los cuales aparecen con cada vez más frecuencia trastornos del sueño.
A partir de estas preguntas, en el presente trabajo intentaremos analizar el complejo mecanismo del sueño, considerándolo según diversos enfoques.
Describiremos el sueño en relación al desarrollo del niño y reflexionaremos sobre los trastornos más frecuentes y sobre los hábitos y rutinas que pueden implementarse.

Definiciones de sueño.
Nos pareció interesante antes de continuar con el análisis de este mecanismo del sueño, poder recabar definiciones de diversos autores sobre este tema. A continuación se podrán apreciar diferentes visiones a través del tiempo.
Sueño: del latín sommum. La raíz se conserva en los cultismos somníferos, somnoliento y sonámbulo.
Sueño: designa tanto el acto de dormir como los deseos de hacerlo (tener sueño)
Sueño: corresponde a un mecanismo fisiológico bastante preciso y su evolución va ligada a la maduración y a la actividad eléctrica cerebral. La conducta para conciliar el sueño o durante este es variable para cada niño. No todos los niños tienen los mismos habitos de sueño.
Cuanto más pequeño es el niño, más duerme, en los primeros meses el dormir está ligado a la sensación de llenura, luego de la toma de alimento y el despertar o vigilia a la sensación de hambre. Pero poco a poco va evolucionando hacia un “despertar selectivo”.
Sueño: es una conducta muy compleja. Mucho más de lo que realmente podemos llegar a imaginar. Mientras dormimos nuestro cerebro sigue funcionando, y en prueba de eso la encontramos en los sueños, los cuales a veces llegan a ser intensos como la realidad misma.
Durante el periodo de sueño, en nuestro organismo acontecen una serie de cambios fisiológicos, desde variaciones en las funciones cerebrales , en el sistema muscular, o en la respiración, hasta cambios en el sistema genital.
Sueño: el dormir es un comportamiento gracias al cual el organismo satisface sus necesidades de reposo, y su necesidad de dormir. Durante el dormir el sujeto no tiene conciencia de la realidad; es un estado de debilidad relativa del Yo, en que permite un refugio relativo de las motivaciones procedentes del Ello y el Superyo.
Genéticamente Freud le daba la significación de un retorno a la existencia prenatal: “al menos, nos creamos condiciones completamente semejantes a las de esa existencia: calor, oscuridad, ausencia de excitaciones.” Algunos se acurrucan y su cuerpo adopta, durante el sueño una actitud análoga a la presentaban en el vientre de su madre”.
El dormir implica por lo tanto el dominio del deseo de dormir y el debilitamiento de otros deseos.
Por consiguiente, un dormir poco reparador y las perturbaciones o las ausencias del dormir resultan de la energia de tensiones perturbadoras. El mecanismo de algunos insomnios es evidente cuando el dormir está alterado a causa de estimulaciones externas, o por las preocupaciones agudas y concientes.”
Sueño: es un estado fisiológico temporal de inconsciencia caracterizado por un cese de la actividad sensorial, de la movilidad y del estado de alerta.
La necesidad de dormir es biológica y aparece periódicamente, en ciclos, con el fin de procurar un descanso al organismo y regenerar energías gastadas. El dormir no es una situación pasiva, sino un estado activo donde tienen lugar cambios de las funciones corporales y actividades mentales de enorme trascendencia para el equilibrio psíquico y físico de los individuos.

El sueño en relación al desarrollo del niño

1) El sueño fetal:
El niño bien protegido y caliente dentro del útero esta lleno de vida y actividad, nada, se sumerge, da vueltas, posee gran flexibilidad de sus articulaciones y una marcada elasticidad.
Cuando el feto no está nadando o haciendo ejercicio, habitualmente duerme como lo hará después de nacer.
El sueño fetal no tiene relaciones con los ritmos circadianos de día y noche por la ausencia del contacto de la luz.

2) El sueño del recién nacido.
Es útil comprender que el niño recién nacido pasa durante el día períodos en diversos estados de conciencia. Su característica fundamental es la de dormir muchas horas, entre 18 y 20 horas por día durante los primeros días.
Siendo así su mayor actividad al despertarse únicamente para realizar funciones vitales o por estímulos externos que lo incomodan.
Es un error el tratar de despertar al niño que duerme, esto sólo producirá frustración y a veces, inclusive, la sensación de rechazo.
En el niño se advierten 6 formas de “estar” en el mundo, que son conocidas como los 6 estados de conciencia. Tres de éstos pertenecen a formas de dormir o entrar en sueño:
- Sueño profundo: en este estado es imposible comunicarse con el niño. Su respiración es regular y profunda, sus facciones totalmente relajadas y no se observan ningún movimiento. El niño permanece con las manos abiertas, en este estado pasa gran parte del tiempo en los primeros días. Durante esta etapa los centros cerebrales superiores se relajan para permitir que el durmiente caiga en un estado de sueño profundo, de cuasi inmovilidad.
- Sueño ligero: en éste, el niño tiene los ojos cerrados pero si observamos con detenimiento se podrán percibir rápidos movimientos oculares debajo de sus parpados. Sus facciones parecen relajadas, su ceño puede estar fruncido, por momentos hace muecas, su respiración es irregular, se podrán observar lentos movimientos de sus extremidades y sus puños permanecen cerrados.
Durante el sueño ligero los centros superiores del cerebro no están del todo en reposo y el durmiente puede despertar fácilmente
- Somnolencia: es el estado intermedio entre el dormir y el estar despierto, a partir del cual el niño se dormirá o pasará a estar alerta, en directa relación con la estimulación que hemos comentado. El niño necesita realizar un ajuste fisiológico con el medio posnatal, así éste, pasa la mayor parte en esta fase intermedia. Está casi dormmido.
La principal diferencia es que los adultos pasamos aproximadamente el 80% del periodo de sueño nocturno en estado de sueño profundo, en tanto en que los niños ocurre lo contrario; se pasan la mayor parte de la noche en sueño ligero.
Otro motivo para que los niños tengan un elevado porcentaje de sueño ligero se relaciona con la necesidad de estímulos para evolucionar. Los más destacados investigadores de sueño han hallado que durante la fase del sueño ligero los centros cerebrales superiores siguen funcionando, y que este funcionamiento es necesario para la maduración del cerebro.
Alrededor del segundo mes el sueño tranquilo comienza a tener mayor parte en esta fase intermedia.

A medida que el niño crece, el sueño se va desplazando hacia la noche, por lo que en el tercer mes el sueño nocturno sera de 9 horas y el diurno de 5.

3) El sueño de los tres meses al año de vida.
Al final del primer trimestre de la vida el lactante, período determinante de la estructuración del sueño posterior, se ha tenido que lograr una situación en su patrón de sueño caracterizado por el sueño activo y el sueño tranquilo, anteriormente mencionado. Los periodos de vigilia son más largos y mejor definidos.
Incluso, el niño puede alborotar en demanda de atención social. Los rasgos de individualidad se tornan más evidentes y surgen los primeros conflictos originados por presiones excesivas o inoportunas del medio.
El niño comienza a darse cuenta de que la gente y los objetos siguen existiendo aún cuando desaparecen de su vista. También aprende a distinguir a la gente familiar, de la que ve con menor frecuencia, esto se denomina conciencia del extraño. El sueño total por día varía de 13 a 15 horas. Ha disminuido el vínculo entre el sueño y la alimentacion. Se concidera que esta es una buena edad para establecer un ritual a la hora de acostarse.
A los 7 meses el niño ya está también adaptado en los planos vegetativo y postural, que gran parte de su vigilia la pasa en activas manipulaciones y búsqueda del mundo que lo rodea.
Sin embargo, en esta edad, aparece un resurgimiento de lo llantos nocturnos, aún entre los infantes que anteriormente dormían toda la noche sin dificultad. Este fenómeno es común y se produce porque el niño se despierta de su sueño ligero y se encuentra solo, es importante que los padres tranquilicen al niño, ya que necesita saber que ellos estan ahí.

4) El sueño desde el año a los 6 años.
A diferencia del primer año de vida los cambios son más graduales, consolidándose un sueño nocturno de unas 10 horas, mientras el diurno de 2-3 horas, consta generalmente de dos siestas una a media mañana y otra a primera hora de la tarde coincidiendo con la toma de alimentos y que se mantienen hasta los 5-6 años.
A partir de los 2 años aparecen las primeras manifestaciones de orden psíquico tales como las pesadillas y es a partir de esta época cuando comienzan los ensueños.

Horas de sueño según las edades del niño.


Edad Cantidad total de horas de sueño Cantidad total de
horas de sueño nocturno Cantidad total de horas de sueño diurno
Recién nacido 16 hrs. 8 a 9 hrs. 8 hrs.
al mes 15,5 hrs. 8 a 9 hrs. 7 hrs.
a los tres meses 15 hrs. 9 a 10 hrs. 4 a 5 hrs.
a los seis meses 14 hrs. 10 hrs. 4 hrs.
a los nueve meses 14 hrs. 11 hrs. 3 hrs.
al año 14 hrs. 11 hrs. 3 hrs.
al año y medio 13,5 hrs. 11 hrs. 2,5 hrs.
a los dos años 13 hrs. 11 hrs. 2 hrs.

Hábitos de sueño.
El sueño es un hábito que debe ser inculcado desde la más temprana edad ya que dormir adecuadamente conserva la salud física y mental de todos los seres humanos.
Desde el momento del nacimiento, la vida mental se reduce al ejercicio de aparatos reflejos, es decir, de coordinaciones sensoriales y motrices montadas de forma absolutamente hereditaria que corresponden a tendencias instintivas como por ejemplo la nutrición y el sueño.
Éstos diversos ejercicios reflejos son el anuncio de la asimilación mental y habrán de complicarse muy pronto al integrarse en hábitos y percepciones organizadas, es decir que éstos constituyen el punto de partida de nuevas conductas adquiridas con la ayuda de la experiencia.
El hábito es el “modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas.” … “ psicológicamente el hábito es la habilidad que tiene el hombre en hacer una cosa.”

Los pediatras afirman que un niño de tres meses, normal en su peso y talla, tiene condiciones para dormir la noche sin despertar a tomar el pecho materno, por eso se aconseja adaptar a los bebés, a no tomar alimento nocturno desde pequeños, para que estabilicen su horario de sueño en la noche.
Se estima que a partir de los siete meses el pequeño debería poder dormir solo toda la noche. Según investigaciones, si el niño no puede realizar este hábito es porque no ha aprendido a dormir
Por ello es de suma importancia inculcarle al niño desde pequeño le hábito de dormir, este aprendizaje, se fortalece si se realiza dentro de una rutina,
Es aconsejable que el niño aprenda el hábito de dormir ya que la falta de descanso reparador que ofrece el sueño induce al deterioro de la calidad de vida. La privación del sueño no permite la reparación de la fatiga física y mental que le provocan las actividades diarias
Y por ello podemos afirmar que la regularidad del sueño es fundamental para estabilizar el ritmo biológico normal de los seres humanos

Factores importantes para crear el hábito.



Para iniciar los hábitos del sueño es básico crear un ritual alrededor de la acción de acostarse. Esta rutina debe ser un momento de 5 o 10 minutos de duración, agradable para el niño para que lo asocie con el sueño.
Ésta es una rutina que consiste básicamente en un intercambio emocional de tranquila información en relación al grado de comprensión del niño, realizada en un lugar distinto de donde duerme y en donde el adulto le proporcione seguridad para que adquiera confianza a medida que va siendo repetida la acción.
Luego del “ritual” (cantar una suave melodía, contar una pequeña historia real, un cuento, un rezo, escuchar música suave, programar una actividad para el día siguiente o algún gesto especial) el adulto debe acompañar al niño a su cama y retirarse de la habitación cuando el niño aún no se ha dormido.
De esta forma el niño aprende a dormir con aquello que los adultos le dan y que en sus despertares fisiológicos durante la noche, reclamará las circunstancias que el haya asociado con su sueño. Si el niño se duerme solo, volverá a dormirse solo cuando se despierte por la noche, pero si se ha dormido en brazos o bien "lo han dormido" meciéndolo, reclamará los brazos o el mecimiento.
También se puede configurar un hábito al realizar una función asociada a elementos externos, por ejemplo: asociar al acto de dormir con su cama, el osito de peluche, su chupete, una sábana, u otros elementos. Con ello el niño se sentirá mas acompañado cuando se quede solo en la habitación y sobre todo, descubrirá que permanecen con él cuando se despierte por la noche
La educación sobre las buenas costumbres, con el mantenimiento de horarios adecuados, promoverán también, el hábito de buen dormir, y el gozar de buena salud
Es necesarios recordar que el niño debe llegar con alegría al momento de irse a la cama y así encontrará fácil separarse de los padres cuando se vayan de la habitación.
Para lograr este cometido enumeraremos los hábitos que deben realizar y adquirir los adultos.

- Tranquilizar el niño, si se despierta durante la noche, dándole pequeñas palmadas y relajándolo, debe evitarse levanter al niño de la cama. Hablarle para que sepa que no lo han abandonado, saludarlo y retirarse de la habitación. (repetir esta rutina cuantas veces sea necesaria). Es importante darle al niño confianza.

- Permitir que duerma siestas todos los días, durante el tiempo necesario según la edad del bebé.
- Evitar estimularlo y no permir que el niño realice actividades que lo estimulen cuando se aproxima la hora de ir a dormir.

Evitar la televisión en el período de relajación
Establer un límite para el tiempo de relajación y la rutina, de modo que no se extienda demasiado y que el niño sepa qué esperar antes de acostarse.
Recordar que no se debe acostar a un bebé con el biberón debido a que esto podría provocarle problemas de caries e infecciones del oído.
Disminuir progresivamente la cantidad de leche antes de dormir (Si el niño suele beber una gran cantidad de leche justo antes de irse a dormir, comenzar a disminuir la cantidad en el biberón en 15 a 30 ml cada noche hasta que esté vacío y luego retirarlo completamente.
Acostar al niño temprano, antes que esté demasiado agitado o cansado y levantarlo temprano; mantener horarios regulares tanto al acostarlo como al levantarlo.
No apresurarse a la hora de dormir y pasar junto al niño un rato tranquilo antes y después de meterlo en la cama.
Mantener la habitación a una temperatura agradable, alrededor de 18º C.
Asegurarse que el niño esté limpio, con ropa cómoda, sin hambre ni sed.
Cantar una nana, leer o contar una historia, hablar con dulzura. No importa que entienda o no el significado de las palabras.
Nunca ridiculizar los miedos del niño y, si los tiene, quedarse con él en la habitación un rato; puede sentirse mejor con una lámpara encendida o la puerta entornada para que pueda oír los ruidos familiares.
Procurar que la siesta no se prolongue en exceso.
Un baño antes de acostarle predispone a la relajación.
Recordar que la hora de acostarse debe convertirse en una rutina, un ritual o hábito.
Debemos tener en cuenta no abrigar al niño en exceso, no darle demasiados alimentos por la noche, no perder la paciencia si el niño no consigue dormirse enseguida, no prolongar los mimos hasta el infinito y no convertir la cama de los padres en consuelo o premio en caso de despertarse por la noche.

El sueño desde el punto de vista Fisiológico.

Gesell, afirma que: “El crecimiento mental es un proceso de formación de patrones de conductas que determinan la organización del individuo, llevándola hacia el estado de madurez psicológica...”. Es decir que el crecimiento es un proceso de formación de patrones, ya sea que lo consideremos en el terreno físico o en el mental.
Desde la Embriología ya se observa que cuando el embrión sólo tiene cuatro semanas, ya hay formación de patrones de conductas: el corazón late. Dos semanas después, aparecen lentos movimientos anteroposteriores de brazos y piernas. Y, se destaca el hecho de que ya a temprana edad, haya alcanzado el feto tan elevado nivel de organización conductual.
Ya a los cinco meses el feto se halla en “posesión de células nerviosas” que constituyen el sistema nervioso humano. A medida que el feto se convierta en infante y el infante en niño, estas células se van organizando como patrones de respuestas o sistemas de reacción. Son estos patrones neurales los que determinan la conducta.
Otra vasta red de neuronas constituye el sistema sensorio motor y una tercera red de neuronas relacionadas con la memoria, el lenguaje, la ideación y con la experiencia pasada y la inmediatamente futura, interviene en las formas voluntarias, simbólicas e imaginables de la conducta.
Estas tres redes neurales son un mismo tejido, ya que el organismo es un todo integral que crece como unidad más que por fracciones separadas.
Por estas razones es lícito hablar de la individualidad del feto, porque aún los niños recién nacidos manifiestan significativas diferencias individuales en sus procesos fisiológicos, en sus reacciones a los estímulos internos y externos, en sus modos de alimentarse y dormir y en sus actividades durante la vigilia. Estas manifestaciones neonatales de individualidad son los productos finales del crecimiento mental inicial ampliado durante el largo período de gestación.
El período neonatal dura alrededor de cuatro semanas. Por primera infancia entendemos el período comprendido entre el nacimiento y los dos años. Los años subsiguientes, hasta el sexto, se ha convenido en denominar los años preescolares.
Estos períodos convencionales están justificados, en cierta medida, por apreciables diferencias en la madurez mental. Pero desde el punto de vista biológico, el nacimiento no significa una ruptura única y brusca, puesto que el feto en el útero ya ha anticipado considerablemente las reacciones de la vida neonatal inicial. En su forma preliminar y provisoria, estas vinculaciones se establecen mediante la formación intrínseca de patrones, anteriores e independientes de la experiencia real. Este tipo de formación de patrones, preliminar y anticipatorio, es la maduración mental. No solo tiene lugar en el útero, sino a lo largo de todo el ciclo de crecimiento mental.
El medio modela los patrones preliminares, pero no engendra la progresión básica de su desarrollo, lo cual está determinado por los mecanismos inherentes de maduración. El crecimiento mental es un proceso de organización. Dicho esto y considerando la “individualidad” que persiste a medida que el niño crece, se van desarrollando diversas conductas en cuanto al sueño, por esto, no pueden establecerse pautas rígidas y firmes de este mecanismo.

El sueño en relación a la anatomía cerebral.
Sólo duermen los vertebrados superiores que poseen cortezas cerebrales bastantes desarrolladas. La fatiga es considerada popularmente como la causa del sueño, pero no existen pruebas experimentales que verifiquen esta suposición. Un factor importante en la inducción al sueño es la ausencia de estímulos; resulta fácil dormirse si no hay algún pensamiento “interesante” que ocupe la mente. Pero, pese a que se intente permanecer en vigilia, prestando atención a estímulos llamativos, existe un límite pasado el cual el sueño resulta inevitable. Para todos los animales superiores, la vida se caracteriza por un ritmo básico de períodos alternados de sueño y vigilia, fenómeno que es regulado por el hipotálamo. En la parte anterior de éste hay un centro del sueño, y en la parte posterior, uno de vigilia. Se supone que las transiciones de la vigilia al sueño y viceversa están reguladas por circuitos de “realimentación”, que incluyen a estos dos centros.
El hábito humano de dormir, aproximadamente, durante ocho de las veinticuatro horas del día es, evidentemente, adquirido; para muchos estudiosos del tema el ritmo básico natural es aquel en que el sueño y la vigilia alternan cada tres o cuatro horas, tal como lo ejemplifican la conducta de los niños pequeños.
La anatomía cerebral detallada es sumamente compleja, pero solo vamos a considerar seis regiones principales del encéfalo: bulbo, protuberancia, cerebelo, mesencèfalo, tálamo (hipotálamo) y cerebro. Frontalmente respecto del cerebelo y de la protuberancia, se encuentra el mesencèfalo, que tiene paredes gruesas y un canal central pequeño, que comunica el bulbo con el tálamo. El tálamo representa un centro de retransmisión de impulsos sensoriales; las fibras provenientes de la médula espinal y de las partes inferiores del encéfalo se conectan allí sinápticamente con otras neuronas que se dirigen a las diferentes áreas sensoriales del cerebro. En el piso del tercer ventrículo existen centros reguladores de la temperatura corporal, del apetito, del equilibrio hídrico, del metabolismo de las grasas y los hidratos de carbono, de la presión sanguínea y del sueño.


El impacto de los disturbios del sueño en la salud fue subestimado durante muchos años. En las últimas décadas, se observó un gran entusiasmo con relación al estudio del sueño, lo que contribuyó para el conocimiento de su fisiología, fisiopatología y tratamiento. Se sabe conocido hoy que la incidencia de hipertensión arterial sistémica, IAM, arritmias cardíacas, hipertensión pulmonar y accidente vascular encefálico se encuentran aumentados en pacientes con disturbios graves del sueño.

Los niveles del sueño.
El sueño no es un estado homogéneo y, por lo tanto, su división en niveles es de gran relevancia para su estudio. Cada nivel presenta características específicas con diferente impacto en la respiración, además de ello, algunas enfermedades pueden alterar no solamente el tiempo total y la calidad del sueño, sino cada nivel en particular.
De modo genérico podemos dividir el sueño en dos fases: la fase No REM (sin movimiento ocular rápido) y REM (movimiento ocular rápido). El sueño no-REM a su vez es dividido en cuatro niveles, siendo los niveles uno y dos el sueño liviano, mientras que los niveles tres y cuatro corresponden al sueño profundo (o de onda lenta).
Para una evaluación adecuada del sueño son realizados simultáneamente una monitorización con electroencefalograma (EEG), electrooculograma (EOG) y electromiografía (EMG). En general son utilizados dos electrodos de EEG, mientras el EOG se coloca próximo a los ojos como un medio para detectar alteraciones de voltaje resultantes del movimiento ocular. La EMG es obtenida con electrodos en la barbilla y en la cara anterior de la tibia, evaluando tono y movimiento.
La melatonina como inductor del sueño.
La melatonina es producida por la glándula pineal a partir del aminoácido esencial Triptófano. Luego de absorbido por el organismo, el Triptófano se convierte en una sustancia denominada Serotonina, la cual, mediante un complejo proceso biomolecular, es transformada en Melatonina por la glándula mencionada. La Serotonina es un poderoso neurotransmisor; esto es, lleva mensajes entre las diferentes células nerviosas, tanto dentro del cerebro como en el resto del cuerpo. La relación entre la Serotonina y la Melatonina es muy estrecha y ambas hormonas tienen una influencia enorme en nuestro comportamiento psico-somático.:
La melatonina, cuyo nombre científico es N-acetil-5-metoxitriptamina es una de las hormonas "maestras" que genera nuestro organismo; es decir, tiene la capacidad de regular la producción de otras hormonas, las cuales tienen a su cargo muchos de los procesos corporales. Las hormonas proporcionan, por lo tanto, un medio de coordinación química que complementa y suplementa la coordinación controlada por el sistema nervioso.
Según las más recientes investigaciones realizadas en los principales centros de investigación de todo el mundo, los principales hallazgos atribuídos a la Melatonina señalaron que en la glándula pituitaria actúa como una hormona "maestra" estimulando la emisión de gran variedad de otras hormonas, recuperando progresivamente la actividad de las glándulas y órganos que las generan.
En el cerebro actúa como un inductor del sueño, aplacando la actividad cerebral y posibilitando una relajación profunda.
El proceso de generación de Melatonina por la glándula pineal, está notoriamente influído por el ritmo circadiano; esto es, el ciclo de vigilia y sueño (luz y oscuridad), al tener dicha glándula una conexión directa con los ojos. Cuando se siente sueño es porque la glándula pineal está convirtiendo Serotonina en Melatonina y liberándola en la corriente sanguínea. La Melatonina emite las órdenes para que se produzcan los cambios fisiológicos que inducen al sueño. Trabajos nocturnos; viajes extensos, vigilias por estudios u otras actividades, son materias generadoras de episodios de insomnio, porque significan una alteración en la producción de Melatonina, al estar sujeta su formación a los ritmos circadianos; y porque el organismo responde a la actividad solar como inhibidora de la producción de Melatonina. Ésta se genera solamente en el período de ausencia de luz. Este producto, al colaborar a la restitución de la concentración de Melatonina en la sangre, significa una normalización de los ciclos de vigilia y sueño en el individuo.



Organización neurofisiológica del sueño.
La organización neurofisiológica del sueño ha sido estudiada mediante datos analíticos, eléctroencefalogramas y a través de eléctrooculogramas.
Así se ha podido dividir al sueño en dos fases.
- Fase no REM o fase de sueño lento y reparador: se caracteriza por la carencia de movimientos oculares rápidos. Es el sueño clásico. Cuando cerramos los ojos entramos en la fase 1 característica del del sueño ligero y de la somnolencia, iniciándose la distensión muscular, la respiración se vuelve uniforme y aparece en el electroencefalograma una actividad cerebral más lenta que la que existe en vigilia. Así se permanence unos unos minutos. A continuación se entra en la fase 2 donde las ondas cerebrales se lentifican algo más, siendo aún fase de sueño ligero donde es fácil despertar al niño dormido. Seguidamente tiene lugar la fase 3-4 de sueño profundo donde las ondas cerebrales son aún más lentas y sólo fuertes estímulos acústicos o táctiles nos despiertan; se produce una disminución en los movimientos corporales, tono muscular, temperatura, la presión arterial y el ritmo cardiorrespiratorio. Aumenta la síntesis de proteínas y se incrementa la producción de hormona de crecimiento. La fase 3-4 ocupa más del 50% del trazado EEG y son los periodos amnésicos donde no se recuerda nada de lo soñado. Todo este periodo suele durar 60 a 70 minutos y a su final se entra en el siguiente periodo llamado REM.
- Fase REM o fase de sueño rápido: es una situación fisiológica que se caracteriza por los movimientos oculares rápidos, actividad cerebral similar al estado de vigilia con aumento de la actividad metabólica y de la temperatura corporal. Es un período esencial para el desarrollo cerebral y actividad de los genes y reparación de las moléculas. Su duración es entorno a los 20-30 minutos y a su final se vuelve a entrar en fase 2 para posteriormente pasar a la 3 y 4. En esta fase hay actividad soñadora y se recuerda con más facilidada los ensueños. Una noche de sueño típica empieza con la fase 1 seguida de la 2, 3,y 4 sucesivamente, entrando (a los 60 o 70 minutos de comenzar el sueño) en el primer periodo REM y de aquí tras 20 -30 minutos de duración se vuelve a entrar en la fase 1,2,3 y 4.
Los niños cuando descansan asimilan, organizan lo visto y aprendido,. Maduran física y psíquicamente, e inician y ejercitan su independencia del mundo exterior y de sus padres.
El sueño es una función reparadora y reguladora en el organismo, esencial para el control de la energía y la temperatura corporal, reestablece los procesos corporales que se han dañado durante el día.

Estas definiciones nos hicieron reflexionar sobre cuán complejo es este mecanismo, y qué importante ha de ser que desde hace muchos años se ha estado investigando a través de diferentes ramas de la psicología, biología, etc.

Los trastornos de sueño pueden propiciarse por:

Desórdenes psicológicos: depresión, estrés, ansiedad, o alteraciones emocionales persistentes.
Ambientes enadecuados: ruidos, temperaturas bajas o elevadas para el sueño, camas muy duras o blandas, excesiva exposición a la luz durante la noche, etc.
Hábitos inadecuados: dormir durante el día, pasar mucho tiempo en la cama, mirar demasiada televisión, etc.
Alteraciones del ritmo circadiano: desajustes horarios por viajes, trabajos nocturnos o invidencia. Uso inadecuado de sustancias: bebidas-cola, medicamentos para resfriados, cortisona.
La Melatonina vence el insomnio de modo absolutamente natural, ya que forma parte de los mecanismos que inducen cada día al sueño, de modo que no se trata de sustancias ajenas al propio metabolismo.

Trastornos y hábitos de sueño en el niño.
Los trastornos de sueño se presentan a lo largo de la vida. Se inician en la etapa neonatal, la lactancia, en el preescolar y adolescencia llegando hasta la vejez. Por lo general en la práctica clínica diaria son escasamente reconocidos o minimizados y a menudo no tratados, cerca del 20 al 25 % de la población infantil presentan algún trastorno de sueño.

El sueño en el niño es totalmente diferente al del adulto, incluso entre los mismos niños, se presentan diferencias.

En el recién nacido debido a su inmadurez cerebral se presenta una tercer etapa denominada "sueño indeterminado" que desaparece hacia los tres meses. En general el sueño del recién nacido se interrumpe por breves períodos, alternándose con periodos aun más breves de vigilia. Es importante destacar la interacción de la madre, desde el nacimiento, ya que el patrón de sueño depende del vínculo materno, y del proceso de acoplamiento que viven, estando en relación con la manera en que se pone a dormir al bebé, la manera de cargarlo o de acariciarlo. También influye el desarrollo cognitivo, emocional y social de cada niño. El temperamento, es decir las características propias de cada niño, de manera individual su comportamiento a los estímulos internos y externos con los que se enfrenta, en este sentido toma importancia la ritmicidad, es decir la capacidad para predecir funciones como el hambre, el sueño, el ciclo sueño-vigilia, el patrón de alimentación, etc. Por lo tanto el ritmo circadiano generado por el reloj biológico así como la alimentación y más adelante por las actividades escolares, son factores importantes que influyen en el patrón de sueño de manera individual, además de las necesidades del dormir en cada etapa de desarrollo, ya que en un inicio el recién nacido de dormir 22 hrs, se van reduciendo hasta que entre los 4 y 5 años de edad se inicia el sueño monofásico nocturno. Cerca de los 10 años las etapas alcanzan las proporciones adultas normales, correspondiendo al 20% de sueño REM y 80% de sueño no –REM.
Para algunos autores las alteraciones del sueño como el despertar nocturno o las dificultades para dormirse son habituales en el preescolar, esto se atribuye a los problemas propios por la etapa de desarrollo que atraviesan entre los dos y tres años, que está en relación directa con la ansiedad que el genera la separación de los padres, en especial de la madre. Hay ciertas tensiones que pueden generar dificultades en el sueño como lo es el nacimiento de un hermano.
Aunque existen varias clasificaciones de los trastornos del sueño utilizaremos la establecida por DSM-IVTR, que lo divide en cuatro grupos:
a- Disomnias.
b- Parasomnias.
c- Trastornos de sueño asociados a trastornos psiquiátricos.
d- Trastornos de sueño relacionados a una situación médica.

A continuación describiremos las que con más frecuencia son motivo de consulta pediátrica.

Disomnias:
Insomnio: en el lactante y niño pequeño esta en relación con la inmadurez cerebral así como de un entrenamiento inapropiado o inadecuadas actitudes de los padres. Entre estos encontramos las siguientes entidades: insomnio idiomático, se manifiesta desde los primeros meses de vida, y se manifiesta como una incapacidad para producir un sueño de calidad, el síndrome de alimentación nocturna, el niño al despertarse no puede volver a dormirse si no se incorpora un alimento, puede originar patologías como el reflujo gastroesofagicio, el trastorno por falta de reglas educativas, en donde los padres no logran establecer horarios regulares de dormir, por lo general el niño para no dormir solicita ir al baño, beber leche, que enciendan el televisor o que enciendan la luz. Un aspecto importante lo establece la transición para dormirse, en donde el sueño puede constituir una experiencia desagradable, ya que dormir es separase de los padres, y verse confrontado con la vida fantasmal y onírica, por último el insomnio causado por alergia a las proteínas de la leche de vaca; en niños mayores el insomnio debido a un retraso del ritmo circadiano, tiene que ver con la incompatibilidad entre los ritmos de vigilia-sueño y los horarios impuestos por la sociedad, el sueño es cuantitativa y cualitativamente normal pero no logran conciliarlo a las horas "convencionales" .
Hipersomnia: La mayoría de estos casos se presenta en el adolescente pero en el niño se presentan dos entidades importantes uno de ellos denominado el Síndrome de muerte súbita que se presenta en dos a tres niños por cada mil nacidos y tiene que ver con antecedentes de prematurez, haber sido manejado en una unidad de cuidados intensivos, o con antecedentes de problemas neurológicos, respiratorios o cardiacos. La otra entidad se denomina Síndrome de apnea obstructiva durante el sueño, que es debida a una obstrucción de las vías aéreas superiores durante el sueño, lo que origina episodios de hipoxemia , que clínicamente se identifican con la presencia de ronquido, respiración bucal, despertares y enuresis, así como dificultades escolares, déficit atención, y somnolencia diurna.
Parasomnias: La característica principal es que interrumpen el sueño y no suelen dejar recuerdo, están asociadas a las fases del desarrollo del niño.

Distintas entidades que se originan en el sueño.

Los Terrores Nocturnos: se presentan entre los 4 y 12 años, aparecen 2 a 3 horas después de acostarse, se manifiestan por un grito o llanto penetrante, acompañado de una descarga neurovegetativa.
El sonambulismo: que generalmente son comportamientos complejos con una duración menor a 20 minutos. El niño intenta salir de la casa o deambular dentro de la habitación, orinar dentro del ropero o simplemente estar sentado. La característica esencial al igual que los terrores nocturnos es la amnesia del episodios.
Las pesadillas: éstas ocurren durante el sueño REM, se presentan entre los 6 y 12 años de edad, una de las características es que generan un recuerdo vivido. Es importante hacer diagnóstico diferencial con las crisis parciales. Por otra parte debe hacerse la diferencia entre soñar y fantasía, que esto dependerá del momento de desarrollo en que se encuentre el niño.

Los trastornos asociados a la transición vigilia-sueño como las ritmias del sueño son movimientos de cabeza, cuerpo tronco, que se presentan en racimos de 10 a 15 minutos, con una ser incidencia del 60% antes de los 12 meses y disminuyen hacia los 5 años, y las mioclónias fisiológicas del sueño, conocidas también como sobresaltos, que provocan despertares. Otras parasomnias como somniloquias (hablar en la noche) que habitualmente no requieren de tratamiento y el bruñimos, que de ser intenso requiere de aparato dental y manejo de relajación.

Los trastornos asociados a una enfermedad psiquiátrica principalmente los asociados a los trastornos de ansiedad en donde diversos trastornos de ansiedad en el niño pueden acompañarse de oposición al acostarse, dificultad para dormirse, evitar separase de los padres y hasta verdaderos ataques de pánico, pueden ser originados por ansiedad de separación, ansiedad generalizada fobias, estrés postraumático. En el trastorno depresivo el trastorno de sueño puede formar parte de la sintomatología depresiva, en donde el tiempo de sueño total se ve disminuido, o por el contrario prolongarse, se afecta la arquitectura con modificación de las etapas, en especial en el niño se afecta el primer período del sueño no-REM. En los pacientes con trastorno por déficit de la atención con hiperactividad se sabe desde hace tiempo que presentan varias alteraciones del sueño como son dificultades para conciliarlo, sueño poco reparador o despertar precoz, incluso hay que reportarse de la presencia del síndrome de piernas inquietas o el síndrome de apnea obstructiva durante el sueño.

En relación con los trastornos de sueño asociados a una causa médica los problemas de sueño se presenta en especial en la epilepsia, así como en pacientes con reflujo gastroesofagico, el asma bronquial, entre otros.

En general la evaluación de los trastornos de sueño en la edad pediátrica, debe incluir la evaluación de los padres o cuidadores, en relación a las actitudes, estado emocional y afectivo, además de la frecuencia, severidad y los posibles factores que los generan. Debemos hacer énfasis en la interacción madre hijo, para determinar las condiciones en el patrón de sueño, en relación al acoplamiento entre ambos. Debe de considerarse la etapa de desarrollo como emocional y cognitiva en la que se encuentra el niño para determinar tanto la gravedad como lo esperado en este momento del desarrollo. Para evaluar un trastorno de sueño se debe incluir una historia de por lo menos dos semanas previas a la consulta y un lapso de 24 hrs.

Es importante descartar la presencia de crisis parciales, que lleguen a confundirse con terrores nocturnos o pesadillas o mioclónias fisiológicas del sueño, por lo que es necesario realiza estudio de electroencefalografía.
En relación a la polisomnografía el cual es un estudio no de rutina, se indica en pacientes con antecedentes de prematurez, hipoxia perinatal, apnea, así como en enfermedad convulsiva, ronquido profundo, paladar hendido, hipoplasia mandibular, macroglosia bradicardia inexplicable alteraciones del movimiento o hipotonía o síndrome de apnea obstructiva.
El tratamiento dependerá de cada caso, la orientación y educación a los padres es fundamental. El uso de psicofármacos estará indicado solo en casos con psicopatología importante y que no respondan al manejo psicoterapéutico o a las medidas de higiene del sueño, sugiriendo establecer las condiciones apropiadas con horarios regulares para ir a la cama y levantarse, las condiciones para dormir, estar con temperatura adecuada, estar oscuro el cuarto o al menos con una lámpara de baja intensidad de luz, y en silencio, poner "cómodo" al niño, se sugiere vaciar la vejiga antes acostarse.



A través de la siguiente investigación, puede observarse la importancia que el sueño tiene para el desarrollo de la vida del niño ya que influye y se ajusta al procesos evolutivo del mismo.
Dicho en otras palabras, el sueño ejerce un gran impacto en la vida de las personas, en este caso, en el niño, y sus efectos no se limitan al propio organismo (necesidad de restauración neurológica) sino que afectan al desarrollo y funcionamiento normal de un individuo en la sociedad.
Sabemos que durante el sueño el cerebro posee la capacidad de modificación, es decir, el crecimiento y fortalecimiento de las conexiones neuronales, que es básico para el posterior desarrollo.
Por ello, el buen dormir en los primeros años de la vida desempeña una función crítica en el desarrollo del niño, ya que se realizan y organizan las conexiones cerebrales hasta llegar al punto de precisión que se advierte en los adultos.
Creemos que este proceso de crecimiento, que es estimulado por hechos o información procedente del ambiente, es básico en la capacidad cerebral para controlar el comportamiento, incluyendo el aprendizaje y la memoria.
El buen dormir permite precisamente un estilo de vida sano, evitando la fatiga, la disminución de capacidades cognitivas y motoras durante el día. Lo importante es educar y estimular al niño para que adquiera una conducta adecuada frente al descanso y para ello es importate que el adulto mantenga una constancia en los buenos hábitos.
La regularidad del sueño es fundamental para estabilizar el ritmo biológico normal de los seres humanos.