Desde el momento del nacimiento, la entrada a este mundo, una tormenta de información y sensaciones llegan al nuevo ser.
La vida en el vientre materno se percibe desde la contención continua, la calidez en temperatura, el contstante movimiento y el contacto permanente de su piel con la madre. La sensación de soledad, hambre y frío eran inimaginables para este ser…
Los sonidos dejan de ser sutiles, la visión se adapta a lo concreto y material, las texturas se expresan en ello, los aromas acarician las fosas nasales… el alumbramiento, el comienzo de este nuevo camino…
Se ha pasado el canal, infinidad de posibilidades para conocer, un espacio irreconocible aparece frente a este nuevo ser humano. Una semilla genéticamente energética gestada durante aproximadamente, 38 semanas en el vientre humano, una maravillosa y pura semilla que se abre para explorar este mundo…
Puede que un largo camino sea este, recién comienza…
- Tengo frío, ese ruido me asusta y hace mal, qué pasa acá?...
- Qué sonido emito? Qué es lo que pasa por mi nariz y penetra todo el cuerpo?
- Esa voz…? La reconozco… quiero ir hacia ella… los movimientos me marean… mis ojos… que le ocurre a ellos?... ¿colores? Estoy cansado… quiero estar calentito en mi lugar…
Para el recién nacido absolutamente todo el mundo físico es desconocido. Un desierto inmóvil, un mundo congelado, un enorme espacio en derredor, sin aquel dulce y sutil sonido de la respiración materna y el latir de su corazón. Y después, en tanto que afuera se ha hecho un vacío total, de pronto, desde dentro, en alguna parte del vientre, algo aferra, algo retuerce, algo muerde… - Mamá! Mamá! Ah, que terror!
Así como el miedo aflora en el nacimiento del ser, así también surge el hambre… ¿en el vientre? No, está allá, en la sombra! Hay una fiera…. Sí, sí un tigre, un león… Lo escucho! Lo siento! Mamá! Mamá!
El hambre, ¿un monstruo?
El hambre, una sensación placentera para nosotros adultos que ya experimentamos este mundo… sabemos que pronto podremos alimentarnos… La espera… hay que esperar. Y soportar. Y dejarse devorar… por la inquietud. Hasta que finalmente, del desierto que es –ahora- el mundo allá afuera, viene algo que calma, al fin, al monstruo que se ha despertado dentro.
Afuera, adentro…
El mundo partido en dos…
Adentro, el hambre.
Afuera, la leche.
El espacio ha nacido…
Adentro, afuera… entre los dos la ausencia, la espera que es indecible sufrimiento… el tiempo.
El nuevo ser aúlla aterrado por la novedad de la sensación de este mundo. “Algo dentro” que toma proporciones inmensas justamente porque, afuera, el mundo ha muerto…
Hay que alimentar a los bebés tanto su piel como su vientre. Devolverle las sensaciones del pasado escrita en su piel para ayudarle a atravesar el desierto de los primeros meses de la vida.
Es necesario hablarle a su espalda, a su piel. Los bebés tienen la necesidad de leche, sí. Y de recibir caricias, en los niños la piel ante todo, es el sentido primero, es ella la que sabe.
Shantala es ayudar al niño a transitar de la manera más suave posible el pasaje de la vida intrauterina a la vida fuera del seno materno.
Shantala, más que la técnica, es un profundo contacto amoroso entre la mamá y su bebé, un diálogo interno, donde las palabras no son necesarias, sólo los ojos sosteniendo la tierna mirada del niño y las manos llenas de amor recorriendo su delicada piel.
El aprendizaje de una técnica por parte de los padres tiene que ver con que puedan automatizar una serie de movimientos de manera tal que cuando vuelquen sus manos sobre la piel del bebé, pueda quedar de lado la técnica produciéndose verdadero arte en dar amor, a través del contacto amoroso entre ambos.
Beneficios
- Ayuda a que el niño crezca sano.
- Tonifica y fortalece los músculos.
- Mejora la adaptación a este mundo.
- Mejora la calidad del sueño.
- Estimula el sistema nervioso y libera sustancias bioquímicas que logran aumentar el apetito.
- Ayuda a que un bebé prematuro aumente de peso y se recupere lo suficiente para reducir su propio período de hospitalización.
- Estimula el sistema nervioso.
- Mejora el sistema respiratorio.
- Ayuda a aliviar las molestias ocasionadas por los gases, cólicos y estreñimiento.
- Mejora la digestión.
- Los bebés aprenden a relajarse y a conciliar el sueño.
- Fortalece el vínculo del apego entre la madre o el padre y el hijo.
- Hidrata y tonifica la piel.
- Fortalece el sistema muscular y psicomotor del bebé.
- Genera seguridad emocional en el bebé.
Para los padres o las personas que realizan el masaje:
- Es placentero.
- Ayuda a reducir las posibilidades de depresión post-parto.
- Proporciona relajación.
- Libera tensiones en los padres y ayuda a comprender mejor las necesidades del bebé.
- Mejora el vínculo afectivo entre los padres y el bebé.
- Incrementa la confianza.
miércoles
La vida en el vientre… El nacimiento, la puerta de entrada a este mundo….
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